UNIVERSIDAD DEL SALVADOR
INSTITUTO DE EDUCACIÓN / MAESTRIA EN EDUCACIÓN
Este texto fue retirado de una apostilla de el Seminario “Gestión de Instituciones de Adultos”, ministrado por el docente Oscar L. Graizer
“La escuela de las desigualdades”
François Dubet
Danilo Martuccelli
A causa de la historia particular de la institución escolar en Francia y su rol en la historia nacional, la cuestión de las desigualdades ha monopolizado la atención. La escuela cesa, por mucho, de ser percibida como una institución justa para algunos, todopoderosa para otros. Para los primeros, la escuela estaría en origen de todas las desigualdades sociales. Para los segundos, la escuela sólo desempeñaría un rol secundario en su determinación. El modelo de P. Bordieu y J.-C. Passeron, como el de R. Boudon, dominan la sociología de las desigualdades, con interpretaciones radicalmente diferentes. En efecto, Bordieu y Passeron observan separaciones absolutas entre las tasas de escolarización de diferentes clases sociales, y concluyen en la ausencia de democratización de la enseñanza. Mientras que R. Bourdon subraya, durante el mismo período, el acrecentamiento más rápido de las tasas de escolarización de las categorías inferiores y concluye en el reforzamiento de las oportunidades relativas de los individuos según sus clases sociales. Por diferentes que sean, estos estudios estremecerían considerablemente la percepción y la confianza de los individuos en la supuesta justicia, o en sus posibilidades meritocráticas. Teniendo la teoría de la reproducción un rol mayor en tanto que “síntesis” del conjunto de críticas dirigidas a los postulados de la paideia funcionalista, nosotros nos limitaremos, para el caso francés, a un llamado a las tesis L’ Inegalité des chances.
R. Boudon muestra que el acrecentamiento de la igualdad de oportunidades escolares y la movilidad social son dos fenómenos independientes. Comparando las distribuciones desiguales de los individuos en el sistema escolar y su distribución en la estructura social, observa que la masificación y democratización relativa de la la enseñanza no engendraron transformaciones comparables en la estructura social. La conclusión es muy conocida: existe una separación importante entre las posiciones estatutarias en la estructura social y nivel de instrucción. La débil influencia de la igualdad de oportunidades sobre la movilidad social, previene de los dos fenómenos no son de la misma naturaleza. Las jerarquías escolares resultan de las elecciones racionales de los individuos en función de sus expectativas y de costes anticipados, mientras que las plazas ofrecidas por la estructura social son independientes de esas elecciones, y provienen de mecanismos sociales estructurales. Hasta en los casos en que los individuos demuestran competencias escolares comparables, la multiplicidad de las encrucijadas de orientación acrecienta sensiblemente las separaciones de instrucción obtenida al cabo de un curso. Examinando el fenómeno en las diversas sociedades industriales, R. Boudon demuestra la vacuidad de una ideología meritocrática de masas. Este análisis se prolonga en el estudio de J. –M. Berthelot: a partir de su posición social inicial y del juego de estrategias disponibles, cada actor realiza su recorrido escolar. Si los márgenes del juego, desiguales entre los actores, dan cuenta de la reproducción de un orden, éste no se realiza sino a través de las diversas estrategias posibles.
La distribución de los individuos en una estructura social independiente de las acciones individuales, depende tanto del origen social como del nivel de instrucción, y muy frecuentemente no hay congruencia entre el nivel alcanzado en la estructura escolar y a posición en la estructura social. La democratización de la enseñanza no está acompañada por una movilidad social; cada estructura de distribución, social y escolar, es independiente y tiene ritmos de transformación diferentes. Se observa a la vez un crecimiento de la igualdad de oportunidades en el sistema escolar y el mantenimiento de la desigualdad de oportunidades sociales. La escuela no puede reducir sensiblemente las desigualdades sociales, sólo ”una política de igualdad social y económica” puede hacer que retrocedan las desigualdades.
[…]
Aunque en la paideia funcionalista la escuela no estuviera directamente subordinada a las finalidades profesionales, supondría una correspondencia entre las “necesidades” de la sociedad y las calificaciones escolares. Cada vez más, con la masificación escolar, toda una vertiente de la sociología de la educación considera que la escuela no es sino una agencia de distribución de los recursos estatutarios, sin vínculos con las demandas del mercado.
DUBET, François; MARTUCCELLI, Danilo. En la escuela: sociologia de La experiencia escolar. Editoral Losada. p. 410.