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quarta-feira, 29 de junho de 2011

UN HOMBRE DE CONOCIMIENTO

UN HOMBRE DE CONOCIMIENTO


… Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más, por los enemigos de un hombre de conocimiento. Le dije que no podía regresar por algún tiempo y sería buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba afuera.

Titubeó un rato pero luego comenzó a hablar:
“Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender. Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más.  Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta comienza a crecer sin misericordia, sin ceder su propósito y se convierte en un campo de batalla.

Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: el miedo. Un enemigo terrible, traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando.  Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.

-          Qué le pasa al hombre que corre por miedo?
-          Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá.  Nunca llegará a ser un hombre de conocimiento, llegará a ser un cobardo cualquiera, o un maleante, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.
-          Y qué puede hacer para superar el miedo?
-          La respuesta es muy sencilla.  No debe correr.   Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente.   Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse.  ¡Ésa es la regla!  Y llega un momento en que su peor enemigo se retira.  El hombre comienza a sentirse seguro de sí mismo.  Su propósito se fortalece.  Aprender, no es ya una tarea que asusta.
-          Ocurre de golpe Don Juan, o poco a poco?
-          Ocurre poco a poco, sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.
-          Pero, no volverá el hombre a tener miedo si algo le pasa?
-          No.  Una vez que el hombre lo ha conquistado, está libre de él por el resto de su vida, porque ha cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo.  Para entonces, el hombre conoce sus deseos y sabe cómo satisfacer esos deseos.
-          Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada le está oculto, y así ha encontrado a un segundo enemigo: la claridad.  Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también encandila, ciega. Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí, le da la seguridad que puede hacer cuanto le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad.  Y tiene valor porque tiene claridad; y no se detiene ante nada porque tiene claridad.   Pero todo eso es un error, es como si viera algo claro pero incompleto.  Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.
-          Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, Don Juan. Muere en consecuencia?
-          No, no muere.  Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse un hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso.  Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad ni en miedo.  Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada más.
-          Qué tiene que hacer para evitar la derrota?
-          Debe hacer lo mismo  que hizo con el miedo: debe desafiar a su claridad y usarla solo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era solo un punto delante de sus ojos.  Así habrá vencido a su segundo enemigo, y llegará a una posición donde nada pueda ya dañarlo. Esto no será un error ni tampoco una ilusión.  No será solamente un punto delante de sus ojos. Ese será el verdadero poder.  Sabrá entonces, que el poder tanto tiempo perseguido, es suyo por fin.  Puede hacer con él lo que se le antoje.  Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla.  Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor.  Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: el poder.  El poder es el más fuerte de todos los enemigos y, naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible.  El manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder.
-          Un hombre en esta etapa, apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él.  Y de pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel y caprichoso.
-          Perderá su poder?
-          No, nunca perderá ni su claridad ni su poder.
-          Entonces, qué lo distinguirá de un hombre de conocimiento?
-          Un hombre vencido por el poder, muere sin saber realmente como manejarlo.  El poder es solo una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de sí mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.
-          La derrota en manos de cualquiera de estos enemigos, es definitiva?
-          Claro que es definitiva.  Cuando uno de sus enemigos vence a un hombre, ya no hay nada más que hacer.
-          Es posible, por ejemplo, que el hombre vencido por el poder vea su error y se corrija?
-          No. Una vez que un hombre se rinde está acabado.
-          Pero si el poder lo ciega temporalmente y luego él lo rechaza?
-          Eso quiere decir que la batalla continua. Quiere decir que todavía está tratando de volverse hombre de conocimiento. Un hombre está vencido sólo cuando no lucha y se abandona.
-          Pero entonces, Don Juan, es posible que un hombre se abandone al miedo durante años pero finalmente lo conquiste?
-          No, eso no es cierto. Si se rinde al miedo nunca lo conquistará, porque se asustará de aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero, si se trata de aprender durante años en medio de su miedo, terminará conquistándolo, porque nunca se habrá abandonado a él en realidad.
-          Cómo puede vencer a su tercer enemigo, Don Juan?
-          Tiene que desafiarlo con toda intención. Tiene que llegar a darse cuenta que, el poder que aparentemente ha conquistado, no es nunca suyo de verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento y con fe lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina.
-          Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder.  Y así, habrá vencido a su tercer enemigo.
-          El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía, por el camino del conocimiento y, casi sin advertencia, tropezará con su último enemigo: la vejez.  Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que solamente podrá ahuyentar por un instante.
-          Este es el tiempo en que un hombre ya no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente, éste es un tiempo en que todo su poder está bajo control.  Pero también, éste es un tiempo en el que se siente un deseo constante de descansar.  Si se rinde por entero a su deseo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido el último asalto, y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja.  Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, todo su poder y todo su conocimiento.
-          Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces, ser llamado un hombre de conocimiento, aunque sea tan solo por esos momentitos en que logra ahuyentar al último enemigo, al enemigo invencible, esos momentos de claridad, de poder y  de conocimiento son suficientes”.

Las Enseñanzas de Don Juan (Carlos Castaneda)

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